Escribir o ir a terapia

Hace unos días, conversé con una persona interesada en entrar a mi escuela, pero que no tenía dinero para pagar ningún programa o formación. Le dije que no se preocupara, que tenemos un montón de recursos gratuitos (te los comparto al final de este email).

Ella insistió, contándome sus problemas y su historia. ¿Y adivina qué hice? No la escuché.


Puede sonar contraintuitivo, pero cuando una persona comparte sus problemas, lo mejor que podemos hacer no es escucharlos ni reforzar esa narrativa. Es justamente esa narrativa la que está perpetuando el problema; si no, no existiría. En lugar de escucharla, le ofrecí una solución.

La solución es simple y está respaldada por el investigador James Pennebaker, quien demostró que escribir sobre nuestras experiencias y emociones más profundas puede tener beneficios significativos. Según sus estudios, la escritura expresiva ayuda a reducir el estrés emocional, mejora la salud física, fortalece el sistema inmunológico y nos permite procesar y organizar nuestro mundo interno de una forma más clara.

Por eso, le sugerí algo muy sencillo: comprarse un cuaderno y escribir absolutamente TODO lo que pasara por su cabeza. Le expliqué que debía convertir esto en un hábito. Escribir es una de las herramientas más poderosas y económicas para organizar nuestro mundo interno, darle coherencia a lo que sentimos y entendernos mejor.

Personalmente, llevo décadas escribiendo sobre todo, incluso aquello que me da miedo o vergüenza. A través de mis escritos, he aprendido muchísimo sobre mí mismo. Hay una frase que dice: «Si no está escrito, no existe.» Y tiene razón.

Escrito por Juan Celedón