Estamos atravesando un momento histórico complejo, caracterizado por los veloces cambios que nos obligan a adaptarnos de manera constante, lo que dificulta la comprensión y asimilación.
Como consecuencia, existe incertidumbre sobre el futuro, una sensación que crece en forma exponencial y genera temor, estrés, ansiedad y angustia.
Estos cambios se producen en todas las áreas: desde los más visibles, como los tecnológicos, hasta los sociales, que no siempre percibimos rápidamente.
Pensar que esto será un proceso breve es una mera ilusión. Son modificaciones profundas, de estructuras sociales y comportamentales, cuyos alcances no estamos en condiciones de considerar en toda su importancia y magnitud. Los futurólogos y analistas de probabilidades coinciden solamente en una opinión: lo único que es posible afirmar es que todo cambiará.
¿Podemos hacer algo para enfrentar esta situación? Considero que sí, que podemos modificar nuestra manera de actuar en relación con nosotros mismos y, en consecuencia, con los demás. La vinculación con el mundo que nos rodea y la percepción de lo que ocurre están directamente ligadas a nosotros. La frase “no vemos el mundo como es, lo vemos como somos” es muy clara al respecto. Nos recuerda que siempre observamos lo que nos rodea desde nuestros paradigmas y condicionamientos.
Dicho en otras palabras, lo que hemos aprendido nos condiciona a analizar desde ese filtro mental las distintas cosas que suceden. Todos estamos condicionados, no podemos vivir descondicionados. Lo que sí podemos hacer es elegir los condicionamientos que nos gobiernan, y esta constituye una de las mayores acciones que conducen al ser humano a gozar de mayor libertad y certeza.
Empecemos haciéndonos algunas preguntas para analizar el momento en que estamos: ¿Cómo está nuestra calidad de vida?, ¿nuestra forma física?, ¿nuestro nivel de estrés?, ¿los logros profesionales?, ¿la parte económica?, ¿la salud?, ¿los proyectos?, ¿la realización personal?, ¿las relaciones afectivas? Las respuestas nos permitirán descubrir si nos sentimos felices.
A partir de allí, ya comenzará un proceso de autoconocimiento, una revisión de la propias capacidades, talentos, energía y voluntad para lograr estar más flexibles, adaptables, fuertes y conectados a fin de poder descubrir el sentido de nuestra vida. Sabiamente, Mark Twain nos recordaba que “los dos días más importantes de tu vida son el día en que naciste y el día en que descubres por qué.”
Mi consejo es que empieces ya, ahora mismo. No lo pospongas. Conocerte más te permitirá tomar decisiones que incidirán notablemente en tu futuro.
¡Te espero la semana próxima!
Texto por Edgardo Caramella