El templo de la paz está dentro de ti.
De nada sirve buscarla afuera. En tu
corazón yace el lugar solamente accesible
a ti en el que nadie puede penetrar. El nombre
de ese templo es anáhata y contistuye tu refugio
indestructible al que debes llevar tu mente por la
mañana y la noche a fin de mantener el camino
abierto y libre de maleza. En el debes ir en busca
de ti mismo dos veces al día para cuidar de la
limpieza de tu templo interior.
Imagina que en cuanto cierres los ojos,
tu corazón se torna luminoso como el sol
y tu conciencia entra en él, como si fuera
el recinto de un templo material. Visualiza
una habitación acogedora y suave, bañado
por una diáfana luz azul celeste y una
temperatura amena. La armonía de las
esferas se escucha en forma de una
melodía tranquila y celestial. Coloca al oriente
una llama votiva en la cual has de incinerar
tus momentos de amargura como ofrenda
de tolerancia a la chispa divina que habita en ti.
Profesor DeRose, «Mensagens»: Samayama. Escrita en 1967.