¿Qué pasa cuando sostenemos algo, cuando decidimos seguir aunque no sea tan simple, o quedarnos en un lugar aunque dé un poco más de trabajo que lo que esperábamos?
Hace bastante escuché decir a un colega, hablando de las técnicas corporales, que una técnica agradable no era estar confortable en la posición, sino querer quedarse.
Es ese querer algo, ese querer de cariño, ponerle una ficha, invertir dedicación aunque dé trabajo, lo que nos da el tiempo que necesitan las cosas para ir creciendo, consolidándose y transformándose. Y es válido también cuando mentalizamos.
Es necesario establecer un mapa que después nos permita ser consecuentes con aquello que nos proponemos construir. Ya sea un cambio de hábito o de comportamiento. Un proyecto o unas vacaciones en algún lugar hermoso.
Entonces, mantener la misma mentalización nos permite consolidar de manera interna y externa aquello que queremos llevar adelante. Pero hay algo más en lo que quiero insistir: sostener es crear tiempo; cuando nos quedamos en un vínculo, en un lugar, en un trabajo, eso nos da tiempo para poder construir ahí, en ese mismo lugar, y para que aquello que estamos regando, florezca.
Algo más: considero que además de sostener, es importante tener la habilidad de soltar; dejar algo cuando no es por ahí, o cuando ya le llegó el momento. Son dos capacidades que a mi entender van de la mano, la fuerza de sostener y el olfato de la retirada en el momento oportuno y, por lo tanto, de buena manera.
Avanti entonces, a empezar a dibujar el mapa, que así después tendremos un poco más claro cómo dar el primer paso.
Texto por Lucía Gagliardini