Mucha gente piensa que la meditación consiste en reducir la conciencia, pero es todo lo contrario. Es aumentarla, expandirla, adquirir más lucidez. Por eso su vehículo se llama superconciencia. Hay muchos grupos de meditación que no saben explicar lo que hay que hacer para alcanzar este estado expandido de conciencia y se limitan a decirte que te sientes y te quedes quieto.
He oído a un consejero declarar que «cuando termino de dar la meditación, la gente se despierta más feliz y relajada» (!) ¿Cómo que se despiertan? ¿Estaban dormidos? Es exactamente lo contrario. Cuando alguien entra en meditación, se siente como si hubiera estado dormido toda su vida y ahora, en la meditación, se hubiera despertado. Meditar es despertar. No meditar o terminar de meditar y volver al estado mental y entrar en un proceso de hibernación de la conciencia. Es como blindar tu lucidez con una pesada armadura de lógica y razonamiento.
Recuerdo a una «profesora» que me visitó hace más de 30 años, queriendo enseñar meditación en mi escuela. Por cortesía, traté de prestarle toda mi atención y le pregunté cuál era su línea. Me contestó que era de todas. Pues bien, a partir de ese momento, me di cuenta de que no tenía ningún conocimiento, porque una persona no puede ser de todas las líneas, ya que son antagónicas. Así que le pregunté cuál era su método. Me contestó que le decía a la gente que se sentara, cerrara los ojos y meditara. «Sí», le pregunté, «eso es lo que hace el practicante con el cuerpo. Pero, ¿cuál es la técnica para meditar?». Repetía la misma fórmula y cuanto más intentaba entender, más me irritaba, porque sencillamente no sabía qué decir. Podía engañar a un profano, pero cuando se enfrentaba a alguien que conocía el tema, se acobardaba.
Texto escrito por el Profesor DeRose.