Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamín Franklin
Hace unos días tuvimos exámenes de instructores y profesores en la Federación del DeROSE Method de Argentina. Como es habitual se rindieron en un fin de semana las evaluaciones escritas y en el siguiente las pruebas prácticas.
Son días de plena inmersión en la tarea más importante: enseñar y aprender. Jornadas que se extienden desde la ocho de la mañana hasta el atardecer. Son muchas horas de atención para evaluar y ser evaluados.
Es la oportunidad de valorar y reencontrarnos con la ortodoxia del Método DeROSE, preservando su característica de transmisión del conocimiento sin modificaciones.
Cada año, se hacen presentes instructores de distintas localidades que revalidan y alumnos nuevos que rinden por primera vez, vibrantes de entusiasmo por comenzar a enseñar. La tecnología actual nos permite extender nuestras fronteras geográficas con eficiencia.
Los más antiguos, que ya son instructores o profesores, aunque se trata de un momento en que deben mostrar sus capacidades y progresos, tienen la tranquilidad de saber cómo será la jornada. Generalmente es más la ansiedad por ver el desempeño de sus alumnos, que las cosquillas que les produce su propio examen.
Es habitual que los que participan de las pruebas por primera vez se sorprendan al ver que los más antiguos son evaluados frente a los propios alumnos que ellos presentan a examen, sin temor de recibir observaciones y haciendo saber a los nuevos que cada año seremos evaluados y también estaremos evaluando a otros colegas en una sincera actitud de colaboración mutua para seguir mejorando.
Hay un compromiso para que todo se desarrolle sin tensiones, en un excelente clima de compañerismo y de alegría, sin que esto perjudique el profesionalismo, el buen desempeño y la preparación de los que rinden como así también por aquellos que tienen la gran responsabilidad de integrar las mesas examinadoras. Se perciben en estas jornadas dos importantes características de nuestra institución: alegría sincera y seriedad superlativa.
Ver a instructores y profesores dando excelentes clases y disertaciones o efectuando sólidas devoluciones en su función de examinadores, es consecuencia de su crecimiento profesional. Además, ser testigo de jóvenes que llenos de energía abrazan esta cultura para incorporarla a sus vidas y deciden transmitirla desde el rol profesional de instructores, me deja un caudal de sensaciones reconfortantes que oscilan entre la satisfacción del ideal cumplido y la renovación de los bríos para seguir con esta siembra, con dedicación y plenamente involucrados en el deseo de hacer un aporte a este mundo que compartimos.
Estas jornadas de evaluación se realizan en las distintas Federaciones que funcionan en varias ciudades y países, percibiéndose el mismo clima de compañerismo y a su vez un elevado sentido profesional.
En síntesis, hay un compromiso verdadero de asumir la tarea de preservar un legado basado en raíces muy antiguas, sistematizado por el Profesor DeRose, sin modificar su autenticidad y evitando que se pierda en el tiempo. Este ideal se enlaza perfectamente con la solidez del proceso formativo presente en las escuelas para los interesados en formarse profesionalmente, logrando que la filosofía y la profesión constituyan dos pilares que se sostienen mutuamente.
Un abrazo.
Texto por Edgardo Caramella | Blog Edgardo Caramella